Si hay una prenda que cambia de personalidad según quién la lleve, son las Thigh High Socks —o como nos gusta llamarlas, Ultra High Socks— a pesar de lo que su longitud pueda sugerir. Todo el mundo se ha apropiado de ellas en algún momento. Y ahí está su magia: nunca significan lo mismo para dos personas.
Minifaldas, libertad y feminidad
Cuando las faldas se acortaron en los años 60 y 70, las Over the Knee Socks se volvieron casi inevitables. La revolución de la minifalda las convirtió en un símbolo de juventud y libertad: vestidos rectos, Mary Janes, botas hasta la rodilla… un look que sigue siendo icónico hoy en día.
A partir de ahí, no fue extraño que estilos más pulidos también las adoptaran. Pasaron de lo rebelde a convertirse en un “básico elegante”: faldas plisadas, cárdigans, colores limpios. Cher en Clueless selló para siempre el lugar de los calcetines largos en la cultura pop.
Metamorfosis en Japón
Pero el auge de las ultra high socks no se quedó en lo clásico y sutil. En Harajuku, a través del J-Fashion, estos calcetines se convirtieron en una forma de expresar ternura, teatralidad o androginia, según quien los lleve. Calcetines thigh high en tonos pastel con faldas voluminosas en el estilo Lolita, o looks más atrevidos y despreocupados adoptados por estéticas más oscuras como el Visual Kei: lo han hecho todo.
Punk, caos y actitud
¿No va contigo lo “cute” ni lo performativo, sino más bien el “me visto con rabia”? Las over the knee socks también tienen espacio ahí. En el punk y el grunge, aparecen rotas, combinadas con rejilla, junto a botas militares… todo vale. Llévalas de forma caótica, como Taylor Momsen de The Pretty Reckless o la icónica joven Hayley Williams de Paramore, y verás cómo los calcetines largos añaden al instante actitud, personalidad y estilo.
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Un accesorio, mil identidades
Cute, preppy, gótico, alternativo, deportivo, teatral, rebelde… no pertenecen a nadie porque pertenecen a todo el mundo. Las Ultra High Socks se transforman según con qué las combines. Un solo accesorio puede llevar un outfit de dulce a provocador, de clásico a punk, de funcional a dramático. Esa elasticidad cultural es justo lo que las mantiene atemporales… y las hace perfectas para cualquiera (sí, incluso para ti 😉).
















